Soy gentil pero hipócrita. Sé lo que tengo que hacer, pero soy perezoso. Tengo automóvil pero no a donde ir. Me siento bien cuando madrugo pero nunca lo hago. No desayuno ni ceno pero engordo. Soy zurdo, pero pateo con la derecha. Me burlo de la vanidad de la gente pero acabo de subir unas fotos a las red. Critico a la iglesia pero me persigno. Quiero la felicidad de los que me rodean pero soy envidioso. Soy egocéntrico pero me molestan los halagos. Soy flemático pero no para ver fútbol o discutir con mi mamá. Soy desordenado pero odio la suciedad. Odio la suciedad pero no cuando es Domingo...

viernes, 10 de julio de 2009

El no ser saboteados no implica ganar



El próximo domingo Millonarios iniciará un nuevo campeonato. Y lo hará de la misma forma que lo ha hecho durante los últimos años, que todos los hinchas conocemos de memoria. La descripción de la situación bien podría ser la de hace un par de años, la de hace veinte, la de hace seis meses. La Copa Mustang II se avecina con la necesidad imperiosa de un título, como siempre, pero con un manejo deportivo y administrativo que apunta al fracaso constante al que nos hemos acostumbrado.
Desde que se implementó en Colombia el sistema de campeonato por torneos cortos, son pocos los equipos que aún no han llegado a la final. Y dentro de ese selecto pero penoso grupo, se encuentra Millonarios. Remitiéndose al mismo hecho, también se puede deducir que en Colombia cualquier equipo puede llegar a la última instancia, aspirar al título. Deportivo Pasto, Equidad, Tolima, Huila y Boyacá Chicó son ejemplos fehacientes de esta situación. Para cualquier observador desprevenido de este fenómeno, es inevitable entonces preguntarse ¿Por qué Millonarios no prospera deportivamente?Dirigir un equipo de futbol no es fácil, menos en un país como Colombia. No obstante, la forma de manejar un equipo en cualquier lugar del mundo puede resumirse en unas pocas clases de políticas administrativas.Existe la política de los procesos, planes a largo plazo pero que bien implementados pueden arrojar resultados en el mediano e incluso corto plazo, que involucran el manejo serio de divisiones menores y la conformación de planteles jóvenes, con jugadores propios rodeados de algunos elementos que puedan dar la experiencia y jerarquía necesarios en un equipo campeón.

Encontramos la política del corto plazo, resultadista. Requiere de chequeras generosas y planteles con jugadores de jerarquía y mentalidad ganadora, de calidad comprobada y jóvenes con gran proyección a futuro. En un equipo que se rija por esta política, también es necesario un manejo concienzudo de las responsabilidades adquiridas con los jugadores (salarios a tiempo), un tratamiento acertado con los medios de comunicación y un técnico capaz de manejar planteles complicados.

Por último, existe la política de “el resultado no importa”. Sería ilógico pensar que un dirigente de un equipo no quiera ver a su equipo campeón. Eso es absurdo. Pero sí es cierto que a un dirigente que tenga como filosofía administrativa ésta clase de política, no lo trasnocha demasiado el no serlo. ¿La razón? Su negocio está por otro lado: conformar planteles “vitrina” que permitan la venta de jugadores jóvenes, el manejo de derechos deportivos sobre jugadores y ante todo el ingreso “rápido” de dinero al club, puesto que esta política es muy utilizada por equipos pequeños, que no pueden subsistir con patrocinios importantes ni con taquillas. Son claros ejemplos en Colombia, los casos del Envigado y el Deportes Quindío.Si uno mira con detenimiento, es claro entonces, que Millonarios ha sido manejado en los últimos años bajo la política de “el resultado no importa”, pero disfrazada. 


Los dirigentes por mucho tiempo le han vendido a la hinchada la idea de que se estaba siguiendo la política del corto plazo, puesto que “un equipo como Millonarios no aguanta procesos a largo plazo”. Esta es una afirmación para debatir, pero si lo que se quería era conformar un plantel exitoso y con jerarquía a corto plazo, es evidente que con jugadores en el ocaso de su carrera o simplemente limitados, se estaba muy lejos de conseguir tal objetivo ¿Son José Mera y Milton Patiño, por ejemplo, la clase de jugadores que solucionarían los problemas de un equipo donde las necesidades deportivas apremian?Ante el fracaso rotundo de la era Quintabani, los dirigentes prometieron cambios drásticos en la filosofía deportiva del equipo. Es así como el presidente López aseguró que iba a darle continuidad a los jugadores jóvenes, a conformar un plantel más efectivo a mediano plazo. “La política de los procesos”, dirá usted, querido lector. Pero todos vimos en los últimos días como se pretendió en Millonarios vender algunos jugadores como Estrada y Cuero (éste último sin haber debutado en el equipo titular), con el fin de solucionar algunas necesidades económicas, y traer como “refuerzos” a jugadores como León Darío Muñoz, con una incertidumbre enorme por su rendimiento, mientras siguen esperando una oportunidad los jóvenes a los que López utilizó para acallar las críticas. Es, evidentemente, la política de “el resultado no importa”,típica en equipos chicos, implementada y maquillada en nuestro amado Millonarios. La política del fracaso…

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