Soy gentil pero hipócrita. Sé lo que tengo que hacer, pero soy perezoso. Tengo automóvil pero no a donde ir. Me siento bien cuando madrugo pero nunca lo hago. No desayuno ni ceno pero engordo. Soy zurdo, pero pateo con la derecha. Me burlo de la vanidad de la gente pero acabo de subir unas fotos a las red. Critico a la iglesia pero me persigno. Quiero la felicidad de los que me rodean pero soy envidioso. Soy egocéntrico pero me molestan los halagos. Soy flemático pero no para ver fútbol o discutir con mi mamá. Soy desordenado pero odio la suciedad. Odio la suciedad pero no cuando es Domingo...

sábado, 19 de noviembre de 2011

Frivolidad

Las personas más cercanas a mí (tan cercanas como el descenso para el América) siempre me cuestionan por qué en mi muro de Facebook, mis trinos cotidianos en twitter y en general, proyecto una imagen trivial (como ellos lo definen) y oculto tal vez aspectos más interesantes de mi vida (para ellos). Critican, por ejemplo que, de cada 10 publicaciones,  5 son de Millonarios, 2 de fútbol en general y el resto se lo reparten la música y la política, con algunas variaciones, claro está, como por ejemplo, el 4-2-2-2 de Páez, que a veces pasa a ser un 4-3-1-2 si no se tiene la pelota o incluso un 4-4-1-1 (Mejor me abstengo de seguir más analogías futbolísticas, para no herir susceptibilidades)

Pues, queridos amigos: Sea ésta la oportunidad para aclararles que la vanidad inherente a las redes sociales no implica desconocer que siguen tratándose de medios absolutamente frívolos. Y les diré por qué. Hacer parte de una red social permite habilitar la comunicación con otras personas, expresar algún tipo de pensamiento,  pero ante todo "husmear al vecino". A todos nos encanta, todos lo hacemos y tal vez por eso mismo, porque todos implícitamente lo sabemos, mostramos sólo lo que queremos (o nos conviene) que los demás vean.

Prefiero pasar por frívolo que por ambiguo. Hay temas que son públicos y otros que son privados. Lo que uno no puede hacer es sólo hacer públicos los aciertos y ocultar los tropiezos. Nadie te cree, amiga fanfarrona, que siempre estés "feliz, feliz, felizzzz", como promulgas casi a diario en tu muro. Es preferible entonces no contar nada a alcanzar el patetismo de mi amiga (bah, conocida).  Tiene que haber cierto grado de coherencia con lo que se hace público. Por eso mis temas siempre son los mismos, porque son los que puedo defender con coherencia, con argumentos y porque en definitiva, es lo que quiero que los demás vean.

Si publicara, por ejemplo, todo lo que yo hago y para donde voy, y presumiera (como muchos lo hacen)  de los buenos lugares a los que ocasionalmente he podido ir, de las buenas compañías que ocasionalmente he podido tener o de los éxitos profesionales, tendría que hablar, siendo coherente, de las múltiples noches de fracasos "bolicheros", de las frustraciones sentimentales o de cuando estoy sin un peso. Si alardeara por estar "En la ciudad de la Furia" (como muchos lo hacen), con todo su espectacular ambiente bohemio y genial arquitectura, tendría tambien que mencionar, el olor a mierda en las calles, la suciedad,  la inseguridad, el insoportable hecho de ver cada día más coterráneos acá, el tercer mundo que queremos disfrazar de primero: cuento que nos comimos y que por lo mismo ha llevado a que ésta ciudad se convierta en el "Melgar" de Suramérica (los Bogotanos me entenderán). 

Y la verdad que no quiero entrar en ese ámbito, aburriéndome de la terrible dicotomía de la vida, de los éxitos y de los fracasos, porque me divierto más hablando de fútbol y música, así a muchos les parezca trivial. Total, para hablar de cosas verdaderamente interesantes (el fútbol una de ellas) hay escenarios mucho más propicios que una red en la que todos juegan a mostrar que son exitosos o divertidos. 

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